23 de mayo de 2009
Historias de Cronopios y de Famas
21 de mayo de 2009
El coro de Tokio, de Yasujiro Ozu
El drama familiar de una hija enferma, un niño que reclama la bicicleta que su padre no puede comprarle, la burocracia laboral de un jefe represor y la angustia de un grupo de empleados en espera de su aguinaldo son escenas que caracterizan a la vida rutinaria de cualquier sociedad, y que esta vez pertenecen al retrato de la clase media japonesa de la década de los treinta realizado por Yasujiro Ozu en la cinta El coro de Tokio. Este melodrama de crítica social, que logra la comicidad a pesar de la tragedia, es la evidencia de que los filmes de Ozu muestran lo sublime dentro de lo cotidiano.
Al lado de Akira Kurosawa y Kenji Mizoguchi, Ozu fue un excéntrico director y el principal representante del cine clásico japonés. Sus películas se caracterizan por la sencillez y austeridad, así como por los planos largos y la cámara fija a un metro de distancia del suelo. A pesar de las críticas que lo tachaban de conformista y repetitivo, Ozu conservó una misma temática, estilo y equipo de trabajo a lo largo de casi todos sus rodajes. Sin embargo, aquello que era criticado como conformismo, resultó ser el encuentro de la estabilidad y la disciplina que le permitieron un ritmo acelerado de producción, así como la posibilidad de explorar y evolucionar en la eliminación de lo superficial para llegar a los máximos niveles de abstracción.
19 de mayo de 2009
Represión femenina y sexualidad
Hace unos meses escribí un artículo sobre feminismo. Entrevisté a una de las feministas más importantes de México Marta Lamas, así como a Lourdes Martínez, una abogada que trabaja en estudios de género en la UNAM y en el caso de las muertas de Juárez. Con base en la investigación que hice y en mi manera de pensar, considero que, por desgracia, tenemos una idea equivocada sobre la represión femenina: creemos que la inequidad de género sólo sucede en pueblos tradicionalistas, clases bajas o países árabes, es decir, en casos tangibles y evidentes, sin embargo, la subyugación de la mujer ocurre dentro de todas las culturas y clases sociales. A pesar de que el género femenino ha alcanzado altos puestos políticos, educación avanzada, derechos legales y participación social en todo tipo de movimientos y agrupaciones, aún persiste una mentalidad que habita en el inconsciente colectivo y que se manifiesta de manera invisible y sutil. La forma en que el hombre concibe a la mujer y, a su vez, el modo en que la mujer acepta y refuerza esta mentalidad, sólo demuestra que aún vivimos una represión ideológica muy fuerte, que no necesariamente la ocasiona el género masculino. La sexualidad es un campo fértil para observar el comportamiento social que ejercemos. El hombre vive una libertad sexual heroica, desinhibida y situacional, que, a comparación de la mujer, esta misma libertad se penaliza como una falta de amor propio y autocontrol, que dan cabida para deshumanizar a la mujer, otorgarle un valor de objeto capaz de proporcionar placer y olvidar su capacidad racional, emotiva y sustancial. Lo cual nos lleva a pensar que el único papel socialmente aceptado es el de la mujer que apuesta por la monogamia para defender la procreación, la virtud más pura de una mujer (esto explica la veneración y el culto exhacerbado a la Virgen de Guadalupe). Yo no voy a juzgar u opinar sobre las distintas prácticas sexuales que existen. Sin embargo, apuesto por el sexo que no sólo tiene como finalidad el placer, sino una experiencia más humana que involucre el autoconocimiento, las emociones y el mundo interno de ambos participantes. Es una idea muy romántica, que además, nos distinguirá del reino animal. La liberación femenina no es sinónimo de promiscuidad.A continuación, pego una respuesta de Adriana Alvarado que recibí sobre este mismo texto:
Es idealista pero se aleja de la realidad porque aún cuando los humanos somos animales racionales, no dejamos de tener instintos. Ahora bien, los hombres no pueden evitar la búsqueda del sexo sólo por el sexo, porque su finalidad última es la de reproducirse (como puedan y con quien puedan), sin embargo, siempre he tenido la creencia (sin basarme en la ciencia o estudios de cualquier tipo) de que las mujeres nos enamoramos de los hombres sin cuestionarnos si valen o no la pena, porque el amor hacia el hombre nos engancha con los hijos, y el vínculo con los hijos es mucho más cabrón. Por otro lado somos diferentes de los animales porque decidimos cuándo tener sexo, es decir, no tenemos un tiempo determinado para hacerlo, no tenemos precisamente un "celo" como los animales. Por ejemplo cuando una perra está en celo va a cruzarse sin cuestionarse absolutamente nada, sólo lo hace, no tiene principios, ni lógica ni ningún estigma social. Me parece que la liberación sexual raya en lo promiscuo, yo prefiero lo tradicional, no así lo conservador y machista. Además, percibo el sexo como demasiado invasivo, degradante y violento cuando no se hace en consciencia y bajo las circunstancias adecuadas. La liberación sexual feminista está bien hasta el punto en el que se le dijo a la mujer que tiene derecho de disfrutar del sexo y de elegir a sus compañeros sexuales, siempre bajo las circunstancias adecuadas. Otro factor es que los hombres ven al pene como un miembro externo a ellos, y la vagina está dentro de la mujer por eso es tan invasivo. Se tiene q tener demasiada convicción para tener sexo con alguien. Además, a nosotras sí nos duele que el hombre sólo quiera tener sexo porque nos gusta el vínculo afectivo y la prueba está en que siempre nos clavamos. Nunca falta con quien tener sexo, falta alguien que valore y tome en cuanta a la mujer. Es subjetivo, como todo. Ahora la pregunta es: ¿qué queremos nosotras?
18 de mayo de 2009
Ideas al aire
Esta semana tomaremos un curso de inducción para saber cómo usar un sistema editorial que promete mejorar el procedimiento para armar la revista. Hoy fue el primer día. El lugar me transportó a las últimas clases de Photoshop que tomé con Diana y Caro en la universidad. Hoy confirmo lo que ya sabía: me encanta tomar clases. Me gustaría hacer una maestría, no sólo por obtener el título, sino por el proceso, por el aprendizaje. No sé cuándo, tampoco estoy muy segura en qué (tengo dos o tres opciones), aún así, antes de regresar a estudiar, me gustaría cumplir otros planes. Pienso que en mi tiempo de experiencia laboral, he aprendido muchísimo más que en miles de las clases que he tomado. 17 de mayo de 2009
14 de mayo de 2009
Si me amaras
12 de mayo de 2009
Evasión
10 de mayo de 2009
Artista de la mentira
-Libro que inspiró este post: Verloso. Artista de la mentira, de Felipe Soto.
3 de mayo de 2009
Examen de conciencia
Abro mi cuenta de blog desde blogger.com para no tener que entrar a mi página, porque cada vez que lo hago, me detengo a leer mis posts publicados (seguro soy la lectora más ávida de mi propio espacio, de mi egoteca) e, inevitablemente, me dan ganas de borrarlos, porque algunos revelan -entre líneas- mis intimidades. Aún así, prefiero seguir usando a mi blog como diario "personal", bitácora de vuelo, instrumento de evasión o de noséquécosa.PD. Leo Verloso, artista de la mentira, de Felipe Soto, por pura curiosidad.
2 de mayo de 2009
Cybervida
Médico charlatán
Soñé que estaba en un consultorio desconocido. Intuyo que el edificio era muy alto, ya que desde las ventanas sólo se veían el negro de la noche y una lluvia muy fuerte. Los pasillos tenían poca iluminación y había puertas blancas, cerradas. Me recordó a los corredores del asilo en el que vivía mi abuela Licha. Las puertas estaban casi pegadas, como si fueran de motel. En mi sueño, las paredes eran de pequeños mosaicos verdes y las ventanas de la oficina del doctor dejaban ver el interior en forma de luces y sombras en movimiento. El piso era de mármol gris. Era la arquitectura de un edificio de los años setenta. Frío, desolado y amplio. Por el lugar, pensaría que se trataba de una pesadilla. La sala de espera no era la de un consultorio, era una combinación entre los asientos de una estación de camión y los de la barra de la Roxy. Recuerdo la angustia que sentía, mi turno se acercaba y yo no sabía porqué estaba allí. No sabía si el médico era ortopedista, dermatólogo o nutriólogo. Tal vez se trataba de un dentista, sospecha que reafirmó mi sueño en pesadilla. Muerta de pánico, mi mente abrió las puertas, dejó salir al paciente y colocó al doctor en la entrada para llamarme. Terminó el sueño en el momento en que decidí huir de allí. Recuerdo haber bajado las escaleras como si alguien me persiguiera. ¿Por qué no me fui antes? ¿Por qué soporté la malicia de las enfermeras y los pasillos tenebrosos?, ¿Por qué no pensé en que la solución era tan fácil? Desperté feliz de estar en mi casa un sábado soleado. Trato de recordar el lugar, siento que ya he estado allí, me es familiar.-La foto tiene el mood del lugar de mi sueño, pero sin tanta luz.
PD. ¡Escucho Telefon Tel Aviv!




