19 de mayo de 2009

Represión femenina y sexualidad

Hace unos meses escribí un artículo sobre feminismo. Entrevisté a una de las feministas más importantes de México Marta Lamas, así como a Lourdes Martínez, una abogada que trabaja en estudios de género en la UNAM y en el caso de las muertas de Juárez. Con base en la investigación que hice y en mi manera de pensar, considero que, por desgracia, tenemos una idea equivocada sobre la represión femenina: creemos que la inequidad de género sólo sucede en pueblos tradicionalistas, clases bajas o países árabes, es decir, en casos tangibles y evidentes, sin embargo, la subyugación de la mujer ocurre dentro de todas las culturas y clases sociales. A pesar de que el género femenino ha alcanzado altos puestos políticos, educación avanzada, derechos legales y participación social en todo tipo de movimientos y agrupaciones, aún persiste una mentalidad que habita en el inconsciente colectivo y que se manifiesta de manera invisible y sutil. La forma en que el hombre concibe a la mujer y, a su vez, el modo en que la mujer acepta y refuerza esta mentalidad, sólo demuestra que aún vivimos una represión ideológica muy fuerte, que no necesariamente la ocasiona el género masculino. La sexualidad es un campo fértil para observar el comportamiento social que ejercemos. El hombre vive una libertad sexual heroica, desinhibida y situacional, que, a comparación de la mujer, esta misma libertad se penaliza como una falta de amor propio y autocontrol, que dan cabida para deshumanizar a la mujer, otorgarle un valor de objeto capaz de proporcionar placer y olvidar su capacidad racional, emotiva y sustancial. Lo cual nos lleva a pensar que el único papel socialmente aceptado es el de la mujer que apuesta por la monogamia para defender la procreación, la virtud más pura de una mujer (esto explica la veneración y el culto exhacerbado a la Virgen de Guadalupe). Yo no voy a juzgar u opinar sobre las distintas prácticas sexuales que existen. Sin embargo, apuesto por el sexo que no sólo tiene como finalidad el placer, sino una experiencia más humana que involucre el autoconocimiento, las emociones y el mundo interno de ambos participantes. Es una idea muy romántica, que además, nos distinguirá del reino animal. La liberación femenina no es sinónimo de promiscuidad.

A continuación, pego una respuesta de Adriana Alvarado que recibí sobre este mismo texto:

Es idealista pero se aleja de la realidad porque aún cuando los humanos somos animales racionales, no dejamos de tener instintos. Ahora bien, los hombres no pueden evitar la búsqueda del sexo sólo por el sexo, porque su finalidad última es la de reproducirse (como puedan y con quien puedan), sin embargo, siempre he tenido la creencia (sin basarme en la ciencia o estudios de cualquier tipo) de que las mujeres nos enamoramos de los hombres sin cuestionarnos si valen o no la pena, porque el amor hacia el hombre nos engancha con los hijos, y el vínculo con los hijos es mucho más cabrón. Por otro lado somos diferentes de los animales porque decidimos cuándo tener sexo, es decir, no tenemos un tiempo determinado para hacerlo, no tenemos precisamente un "celo" como los animales. Por ejemplo cuando una perra está en celo va a cruzarse sin cuestionarse absolutamente nada, sólo lo hace, no tiene principios, ni lógica ni ningún estigma social. Me parece que la liberación sexual raya en lo promiscuo, yo prefiero lo tradicional, no así lo conservador y machista. Además, percibo el sexo como demasiado invasivo, degradante y violento cuando no se hace en consciencia y bajo las circunstancias adecuadas. La liberación sexual feminista está bien hasta el punto en el que se le dijo a la mujer que tiene derecho de disfrutar del sexo y de elegir a sus compañeros sexuales, siempre bajo las circunstancias adecuadas. Otro factor es que los hombres ven al pene como un miembro externo a ellos, y la vagina está dentro de la mujer por eso es tan invasivo. Se tiene q tener demasiada convicción para tener sexo con alguien. Además, a nosotras sí nos duele que el hombre sólo quiera tener sexo porque nos gusta el vínculo afectivo y la prueba está en que siempre nos clavamos. Nunca falta con quien tener sexo, falta alguien que valore y tome en cuanta a la mujer. Es subjetivo, como todo. Ahora la pregunta es: ¿qué queremos nosotras?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me apasionan las mujeres inteligentes.