31 de marzo de 2009

Espejismo

Primero la boda de Rosita en la que yo estuve al frente, enfilada y uniformada para caminar por el centro de la iglesia hasta los mejores lugares con vista a los novios. Los violines marcaron mi entrada, caminé al lado de mi hermana, como si fuéramos las novias. Me detuve en mi lugar y al voltear a ver a mi amiga Rosa, brillante, luminosa, decidida, tuve ganas de llorar de ternura, llorar por ella, o tal vez por mí. Ayer, el concierto de Emir Kusturika fue una catarsis, el público bailaba a mi alrededor, brincaba y se movía como el inconsciente dictaba. Yo me quedé congelada, me detuve en una columna y me dediqué a sentir mi respiración y los latidos que retumbaban con la misma frecuencia que la de las luces moradas y verdes. Quise llorar –otra vez–, me sentía feliz y también un poco fracturada, pero me gusta alcanzar esos niveles de sensibilización. Sólo espero que mi habilidad de conmoción no se me haga un hábito como cierta tía que conozco y que llora por las plantas, la lluvia o la televisión.

7 de marzo de 2009

Viaje redondo

Los aviones son cápsulas del tiempo que nos transportan a lugares insospechados y ajenos. En tan sólo cuatro horas ya estaba fuera de mi vida cotidiana. De ida, un capitán de la aerolínea de Mexicana se sentó a mi lado, iba en busca de una pieza para su colección de coches antiguos. Me habló sobre las chispas moradas que sólo un piloto puede ver desde la cabina cuando la carga eléctrica del avión se acumula, me platicó sobre su familia, yo le hablé de mí y luego procedimos a las preguntas-respuestas con el afán de tranquilizar mis nervios (me he vuelto miedosa). Me explicó lo que siempre quise saber: cuál es la cantidad obligatoria de gasolina (que no es gasolina) con la que deben viajar, la clasificación de las nubes por colores, el joystick que sustituyó al volante y hasta el huevo en polvo del desayuno. De regreso, A Letter to my Daughter, el libro que mi tía me envió de Canadá con una hermosa dedicatoria: "to Geor my god daughter and the closest to the daugther I never had", y del que por ahora recuerdo una idea que me cae a la medida: cambia lo que no te gusta. Lo que quiero es más de lo que me gusta, quiero conocer nuevas maneras de pensar y de vivir. Regresé diferente.

PD. Habrá que dedicar un post completo para lo que aquí faltó entre la ida y el regreso.

Foto: mi compañero de vuelo.