28 de noviembre de 2009

Última clase de cine / El ladrón de caballos

El ladrón de caballos (Tian Zhuangzhuang,1986) me gustó mucho por varias razones: las imágenes son poéticas, son muy hermosas, bueno, la naturaleza por sí sola ya es muy bella, pero la manera de mostrarla en esta película produce sensaciones, placer visual. Siempre he creído que la luz lo es todo. La luz crea atmósferas muy particulares, al igual que los colores.

Esta es la historia de un hombre que roba para mantener a su familia, razón por la que los miembros del clan deben cortarle las manos, pero después acceden a no hacerlo con la condición de que se vaya de la tribu y no regrese. Se va con su mujer e hijo a vivir un aislamiento total en medio de la naturaleza. Es también el retrato de una familia hermosa, los tres bañándose en el río o sólo caminando. El trato entre el niño y su papá es muy humano, muy tierno. Pero las condiciones de vida se vuelven tan difíciles sin el apoyo de una comunidad y en medio de las adversidades de la naturaleza que muere el hijo. Por alguna razón esta muerte no me pareció tan trágica, aunque sí lo es, pero después de ver las costumbres y los rituales propios de las personas que viven en la intemperie, en donde mueren animales, llegan las estaciones y una serie de sucesos propios de la naturaleza, que sentí que su muerte se acopla muy bien a los ciclos naturales. Tiempo después Buda les concede otro hijo, no como un reemplazo pero para el papá sí representa una nueva oportunidad para salvarlo de la muerte, porque no pudo hacerlo con su primogénito. Lo cierto es que la naturaleza no sólo es bella, también es dura y peligrosa y a veces impredecible.

Me gusta el concepto de familia porque muestra que por ese vínculo vale la pena robar por necesidad, vivir en aislamiento y dar la vida. También pienso que cada vez perdemos más contacto con la naturaleza. Hace mucho tiempo que no voy a un bosque o no me meto a nadar a un río. A mí me produce mucha tristeza estar tan desvinculada y distante del mar y de las montañas y de las selvas. En lo personal cuando estoy ahí, afuera, en el mundo, me siento libre.

Confieso que desde que salí de la universidad y empecé a trabajar tiempo completo, he experimentado una depresión casi imperceptible, porque llevo años de mi vida mirando y conociendo al mundo a través de una computadora, sentada por más de ocho horas y bajo una luz neón y aire acondicionado. Si quiero salir a tomar el sol no puedo hacerlo por más de 10 minutos y si mi cuerpo me pide descansar un poco más o tomar más tiempo para comer o cualquier otra actividad, tampoco puedo hacerlo. Somos humanos y no podemos negar nuestra naturaleza. Por ello a veces me siento asfixiada, limitada y encerrada, como si no pudiera salir al mundo. La sociedad se ha configurado en favor del capitalismo. ¿Cuándo nos bañamos en ríos?, ¿cuándo corremos por praderas?, ¿cuándo montamos caballos?

Por qué nos forzamos a ir en contra de nuestra naturaleza y a crear maneras artificiales de vivir. A veces siento que no he encontrado un lugar que me produzca eso, libertad. Me he imaginado dando clases en una escuela rural, me he imaginado viviendo aislada, pero también me he imaginado viviendo en una ciudad cosmopolita. Lo paradójico es que tal vez no podría resistir las condiciones porque crecí obligada a permanecer sentada durante mínimo siete horas al día (la escuela), porque cuando me expongo mucho tiempo al sol mi piel se pone roja y me salen pecas y porque cuando voy a la selva tengo que usar repelente porque me atacan los insectos. Crecí bajo la luz de los focos, esa es mi realidad, pero en mí recae toda la responsabilidad de buscar mi libertad y mi acercamiento a la naturaleza. Al menos he encontrado islas en medio de la ciudad, como los viveros de Coyoacán llenos de árboles (aunque no hayan crecido de manera silvestre), el Desierto de los leones y algunos otros lugares que me hacen sentir bien cuando lo único que quiero es tirar la computadora a la basura.

El curso fue muy valioso porque me condujo a cuestionar mi entorno y mi vida, porque despertó una búsqueda y una curiosidad por explorar todo aquello que no conozco todavía. Me dejó con ganas de ver mucho más cine y, sobretodo, porque me hice consciente de la fuerza que puede ejercer sobre mí. Descubrí que el cine tiene la capacidad de crear sensaciones que ni siquiera sabía que existían. Creo que también tiene un poder inconsciente sobre mí. Sin duda es una ventana hacia una experiencia que conduce a caminos inexplorados y también emocionantes. Estoy enamorada del cine, aunque sospecho que ya lo estaba pero no sabía cómo definir eso que sentía.

3 comentarios:

Mario Rdz dijo...

Creo que todos nos habiamos dado cuenta que amas el cine, gracias a ti vere este martes "A serious man", de lo que te quejas de tu vida, debes de ver el lado positivo, has ido a varios conciertos, a varias peliculas que se apartan de los blockbuster o de lo comercial, a varias exposiciones, y eso en el poco tiempo que he venido leyendo tu blog, de hecho en un momento pense que eran varias personas que escribian aqui por las diferentes actividades que describes. ¿Cuando fuiste a Oaxaca no tuvistes oportunidad de hacer esas cosas que añoras como montar a caballo o nadar en un rio?. Creeme que yo te envidio por las diferentes actividades que se presentan en la ciudad de mexico y que aqui en Monterrey a veces no hay, solo hay que preguntarse, si estuvieras en el campo, ¿añorarias o desearias vivir en la ciudad?. Por cierto de nuevo tu relato me recuerda a los simpson, ya sabes porque.

Georgina Espinosa Gaubeca dijo...

Hola Mario. Es cierto que a veces me quejo mucho de alguas cosas de mi vida. Pero también estoy muy agradecida y muy feliz de poder tener la libertad de rodearme de lo que me gusta, de ir a conciertos, ver películas, etc. Y sí, si viviera en el campo añoraría la vida que llevo aquí en la ciudad, pero tal vez es encontrar una manera de unir ambos mundos o al menos de no reprimir tanto mi naturaleza y mis emociones, lo cual también es acercarse a la naturaleza, a mí naturaleza.
Vivir en Monterrey no es una limitante, siempre hay maneras para encontrar aquellas actividades que te vibren.

Salvador dijo...

Hola Georgina. Mañana espero compartir esta extraordinaria pelicula con mis seres queridos , dado que como tu bien comentas el cine nos permite ver mas alla y explorar cosas que nos ayudan a encontrar mas nuestro ser.
Siempre tenemos algo por que sonreir y esto tambien pasara.