24 de noviembre de 2009

De Jorge Andrés para Daniel

Mi hermano más chico, Jorge Andrés (quien todavía sigue en la universidad y estudia Cine), ha tenido la apertura y la confianza de enviarme los poemas que le escribió a su mejor amigo, quien murió de cáncer hace siete meses. Me da mucho gusto que haya encontrado la manera de exteriorizar sus sentimientos y de atravesar un duelo inevitable. Además me de ternura saber que fue a su cripta a leerlos (hace unos meses también le llevó una revista porno, porque perdió alguna clase de apuesta que no pudo pagar antes de su muerte). Es una historia muy triste de la que yo sólo he sido testigo, al igual que de la gran amistad que crearon desde niños. Recuerdo que desde primaria hacían películas con la cámara de papá. Son excelentes. Ahora sé que esta experiencia marcará a mi hermano de por vida y eso se nota en estos textos personales que, con su autorización, aquí publico, porque me parecen muy bonitos, muy sinceros (me gustaría decir que a pesar de que yo le llevo muchos años a mi hermano, él y yo tenemos una amistad muy complementaria y, jamás imaginé que su tristeza dejara ver su lado más sensible, sincero y humano):

Para Daniel

Con tristeza no pensaba en ti. ¿Por qué habría de hacerlo ahora? De regreso a mi casa, al recordarte, me topé con lágrimas, esta vez de alegría, ya no por lo que nos faltó, sino por lo que tuvimos. No cambiaría nuestro futuro por el pasado que vivimos. Llorar de tristeza, luego de alegría son pasos que me regresan a recordarte como lo hacía hace seis meses, y como quiero recordarte en lo que me queda de tiempo sin verte.

Nos encontramos, no hay coincidencias, tenías tanto que darme y yo mucho que darte, mi mente creativa, la tuya matemática, la balanza se equilibra, en tus términos somos 50 y 50. Me diste orden y lucidez, yo te di locura. Ninguno de nosotros con interés en la mente, en la superficie no teníamos nada en común, por debajo, todo. Maestros mutuos, la graduación llegó demasiado rápido, pero las enseñazas se quedan grabadas en los dos.

En preprimaria nos conocimos y nos saludamos como amigos. De ese saludo surgió un gigante imparable, inició pequeño pero a los pocos años creció a enormes dimensiones, ahora tiene trece años y aunque parezca un niño, es un adulto muy sabio y su vida ha estado rodeada de felicidad, es por esto que cuando la crisis surgió se supo mantener en pie, y ahora que la vida nos separó, el gigante sigue vivo. Cuando pase el tiempo y nos encontremos de nuevo, volverá a crecer y seguirá teniendo un tamaño pocas veces antes visto entre los gigantes de la amistad.

¿Qué es lo que más voy a extrañar de ti? Hermano, lo que más voy a extrañar, es no extrañarte.
Por Jorge Andrés Espinosa Gaubeca

2 comentarios:

Eidrian Araiz dijo...

Me gusta la fase con el que cierra "Lo que voy a extrañar de ti seria no extrañarte" genial me gusto :)

Georgina Espinosa Gaubeca dijo...

Hola querido Eidrian! Qué bien que sigues leyendo mi blog jajaja. Oye soy una mala mala amiga así que tenemos que vernos pronto para que te felicitarte por tu cumple. Un abrazote!