15 de enero de 2009

El Negro

A tantos años luz de mi romance adolescente, hoy volví (de camino al trabajo) a esa misma calle, aquella que evité por tanto tiempo porque quemaba como gotas de limón. Para algunos, una calle más, para mí, las paredes que tapicé con hongos de colores, las conchitas que colgaban del techo de la recámara, el frío que llegaba desde las parcelas hasta la ventana de madera hinchada, los viajes astrales con marihuana, Pink Floyd, el agua helada del río, borracheras de aficionado, el café amargo, salchichas con mayonesa, interminables discusiones religiosas, ajedrez, Gustavo Cerati, el camión con goteras, la lluvia en la playa y los pantalones rojos. Qué más podría pedir la pubertad.

1 comentario:

Georgina Espinosa Gaubeca dijo...

Qué cagado, sí amiga, no incluí los "malos ratos"(que fueron muuuchos).