30 de enero de 2010

Al viajero


Ella tiene los ojos hinchados y el corazón de un hilo. Malcosido, agujerado. Le tiraste la ceniza de tu cigarro, lo apagaste en sus cavidades. No te bastó con explorar sus piernas hasta descubrir que no era sublime ni hermosa como cuando la querías en tus sueños para despertar y poseerla con esmero, obtenerla y perderla para desear a otra. Dejar el terreno árido de tanto caminar sobre él para conquistar el misterio de un nuevo espacio selvático en el que podrás volver a adentrarte en su vegetación hasta dejarlo desértico. Cansarte de la misma mujer melodramática y estúpida para emprender la búsqueda de nuevas tierras caprichosas. Tanto la desnudaste que la arrojaste a lo común. Descubriste que ella no se subirá en minifalda a la moto, no se depilará las piernas para ti, tampoco te hará la cena. Será ella y eso no te parecerá suficiente para convertirla en la musa que tú quieres, que tú mereces. La musa que no existe en alguna mujer -real-. No basta decírtelo, caminarás de mujer en mujer, una tras otra, cansado de normalidad, de reproches, de aburrimiento. De mujeres débiles. Las que lloran cada vez que pueden. Te vas con las que juegan contigo al misterio, al hoy no puedo mejor nos vemos mañana. Al gracias por la invitación, la pasé muy bien. Es cuestión de tiempo, se cae el telón, la miras, la ves con sus vacíos y sus grietas, la ves con la misma falta de amor que tú tienes. Te reflejas en su vulnerabilidad, te asustas de tu propia imagen y te vas a buscar la fantasía de la diosa encantada. La que al menos es un poco más fuerte como para no mostrarse transparente y ocultar su debilidad y su normalidad humanas detrás de sus capas de maquillaje.

Tú no quieres a una mujer. Te quieres a ti mismo. Hoy tampoco tienes tiempo de amar. Las quieres a todas y no quieres a ninguna. Todas somos iguales. Todas te diremos jet'aime al oido. Es cuestión de que escojas a la tuya como cuando seleccionas las verduras del mercado. Que le guste el sexo, que sea bonita, que no salga con pendejadas. Mándala hacer, a ser, pídela de Navidad. Un día de estos te llega por correo con un libro en la mano. Bien entrenada: a los cinco recibió el vestido de princesa, a los seis la cocina y a los siete la bebé. Hazle creer que tú eres el príncipe que la despertará con un beso. Conquístala con un 'hola' en el chat y la tendrás en tu puerta. Quítale la falda y bórrale con saliva la neurosis que heredó de su madre. Hazle notar sus errores. Ella no es cualquiera. Ya después compren casa y perro. Saluden a sus vecinos con seguido de una noche en la que durmieron de espaldas. Acostumbrados, fusionados, altamente familiarizados pero con la seguridad y la estabilidad de encontrase el uno al otro en el mismo lugar cada mañana. Asegura los cuidados de tu vejez desde ahora, sólo tendrás que amarla, aún cuando dejes de hacerlo. Te sentirás viejo y feo, renunciarás a buscar a la musa que no existe, la cambiarás por el caldo de pollo que te lleva a la cama y entonces así y sólo así, harás el recuento. Te sentirás miserable, te sentirás poca cosa sin ella.
-Fotos: Chien-Chi Chang

4 comentarios:

Rodrigo Garva dijo...

Es algo difícil de comentar tu post. Sólo se me ocurren frases hechas en cuanto al contenido o elogios a tu estilo... Lo cierto es que es un texto muy bueno sobre una experiencia quizá ineludible. Tienes una sensibilidad extraordinaria.

Saludos,

Georgina Espinosa Gaubeca dijo...

En cuanto al hecho de que mi texto hace referencia a alguna experiencia ineludible, algo de cierto hay en eso. A pesar de que últimamente he intentado despersonalizar lo que escribo, no siempre lo logro. Aún así, habrá quienes se identifiquen con mis palabras, tal vez porque -me atrevo a decir- ciertas sensaciones o experiencias podrían ser universales. Gracias por lo de la sensibilidad.

Saludos

emascuach dijo...

MADRES!

Te estas volviendo altamente coleccionable mujer!... hace mucho que no tenía ganas de guardar un texto de alguien más en mail como borrador.

Georgina Espinosa Gaubeca dijo...

¡Gracias! Q bien que te gustó. No dejaré de escribir entonces...