23 de noviembre de 2009

'A serious man' (Joel y Ethan Coen)

Este fin de semana vi A serious man, la nueva película de los hermanos Coen. Es la versión moderna de la historia bíblica de Job. Muestra sucesos absurdos de la vida de Larry Gopnik, el protagonista y judío ortodoxo. A mí me pareció que toda la película es un sueño, o mejor dicho, una pesadilla en la que los personajes no tienen lucidez alguna y, si al principio parece que Larry es el único hombre ‘cuerdo’ que se da cuenta de lo que verdaderamente sucede, lo cierto es que conforme avanza la trama, nos damos cuenta de que tampoco tiene el criterio ni la claridad suficientes como para resolver sus problemas de manera adecuada o ‘normal’. Sus conflictos se enredan tanto que pierden todo el carácter de realidad. Siento que la historia se vuelve tan absurda que cae en lo cómico. Además, sus problemas son muy comunes: infidelidad, divorcio, la incomprensión de los hijos adolescentes, un hermano que representa una carga, la falta de dinero, etc., lo que no me parece 'normal' o común es la manera de abordarlos, de entenderlos y de no resolverlos de la manera más lógica. Me remitió al mundo surrealista de Alicia en el país de las maravillas (amo el libro y las películas), en el que cada quien se rige bajo sus propias reglas y creencias. Por lo menos a mí me hizo alucinar y hasta cierto punto incomodar con la incapacidad de que nadie resuelve algo.
Un hermano que se drena un quiste del cuello, una esposa que no ve la magnitud de lo que sus infidelidades le provocan a su marido, rabinos que no son capaces de ofrecerle una ayuda verdadera a Larry y un sin fin de situaciones que sólo confirman que viven dentro de un ambiente parecido al que hemos experimentado dentro de una pesadilla que nunca termina. Yo pienso que la lectura de esta película no es narrativa, no tiene un clímax ni tampoco un desenlace, no sucede nada más allá de la acumulación de problemas.
Me pregunto cuál es el sentido de mostrar a un personaje que reprime sus emociones hasta el límite. Jamás grita, jamás se altera, conserva la ‘tranquilidad’ y ni siquiera es capaz de colgar el teléfono sin antes despedirse o decir algo como: “tengo que irme, te regresaré la llamada”. Supongo que es un hombre que tiene valores morales ¿o religiosos? tan arraigados, con los cuales cree que actuar de la mejor manera es conservar la calma ante cualquier problema, pero siento que sólo reprime las emociones más humanas y no encuentra la manera de darle salida a su ira contenida. Tal vez es cuestión de personalidad. Simplemente no reclama ni exterioriza sus emociones, así que se adapta. Se adapta a dormir en el catre y a salirse de su propia casa para que su mujer duerma con alguien más, es decir, parece que no toma acciones para cambiar su situación, más que esperar a que un rabino iluminado le de la respuesta sobre cómo resolver su vida. Debo admitir que hubo momentos en los que me aburrió la película, momentos en los que me reí de las tragedias de Larry y momentos en los que pensé que tendría la satisfacción de verlo, por fin, con una vida resuelta, o por lo menos un poco más relajado y con la vecina que fuma mota. ¿Por qué sentimos que en el protagonista recae todo? Como si él fuera salvador y víctima al mismo tiempo. Creo que también es un modo de mostrar que todos nos hemos sentido así, como el centro del mundo, como si sólo a nosotros nos llovieran problemas (grandes y chicos), capaces de aplastarnos hasta hacernos sentir como Larry. Me acordé de una pesadilla que tuve en la que, por más que lo intentaba, no podía correr rápido ni gritar y es justo como siento al protagonista, con ganas de gritar, pero con un muro que no se lo permite, al grado en que empezamos a sentir un poco de lástima por él. También sabemos que no puede ver con claridad lo que debe hacer, mientras que nosotros, como espectadores ajenos y distantes a su situación, sí podemos (es común, o al menos yo tengo que distanciarme de mis conflictos para analizarlos y pensarlos con claridad).
La película tiene elementos del teatro del absurdo y la estética de las calles me recordó a Edward Scissorhands, de Burton, en donde también todos los vecinos están completamente despegados del suelo y en un mundo ficticio disfrazado de real. Lo que por ahora he tratado de pensar es si detrás de esta serie de eventos hay alguna ‘moraleja’ que debamos aplicar a nuestras vidas. ¿Cómo podríamos distinguir entre lo que no está en nuestras manos, de lo que sí? Es decir, hay situaciones que sólo debemos aceptar (y adaptarnos), y situaciones en las que sí debemos intervenir para cambiar su rumbo, su conclusión. ¿Qué nos están tratando de decir los Coen? En pocas palabras, si nos remitimos a la historia de Job, los problemas de Larry no son más que pruebas que 'el Señor' le manda, y él tiene que resisitir, sin obtener alguna explicación sobre éstas.
Lo cierto es que no pude meterme de lleno como hubiera querido porque a mi lado derecho se sentó un señor grande, quien me preguntó qué decían los personajes porque creo que no alcanzaba a leer bien los subtítulos y de mi lado izquierdo una mujer con quien platiqué antes de que empezara y, desafortunadamente, me quiso hacer conversación durante toda la película. A veces soy poco tolerante con las personas e intento cambiar eso de mí y comprender que cada quien tiene necesidades diferentes. En realidad me sentí bien de que tal vez el señor entendió la película en parte gracias a mí, o entendió lo que yo entendí jaja. También ya vi Los abrazos rotos, de Almodóvar, pero por alguna razón no tengo ganas de postearla aquí.

4 comentarios:

bandala dijo...

También a mí me quedó una sensación de desconcierto después de ver esta película. No creo que la historia venga con moraleja, incluso podría ser anti-moraleja; la historia inicial, de la pareja que recibe la visita del rabino/espíritu maligno es bastante ambigua.
Aún no estoy segura si me ha gustado, aunque creo que la sensación de inquietud que deja una película después de verla es algo positivo. También me gustó como emplearon la canción de Jefferson Airplain y la escena final con el huracán.
Saludos.

Georgina Espinosa Gaubeca dijo...

Estoy muy de acuerdo contigo en que el cortometraje inicial es ambiguo. Me gustó por la personalidad firme de la mujer, quien es capaz de 'matar' al supuesto Diablo por la seguridad que tiene para sostener su idea frente a su marido.

Sí, no creo que sea desconcertante, en general es perturbadora, incómoda. No es un final feliz, pero el tornado me gusta. Simplemente asegura que destruirá todo aquello que acabamos de ver. Qué caso tiene esperar a que se resuelvan las cosas, si de pronto un tornado arrasará con todo.
Saludos!

alicemonster dijo...

jajajaj lo ultimo que escribiste de lo que te paso en la pelicula de que un hombre grande se sento a tu lado y otra señora te platico durante la pelicula me hizo dudar si eras un espectador de la pelicula o si ERAS EL PERSONAJE DE LA PELICULA jajajajajaja.

Georgina Espinosa Gaubeca dijo...

Sí, te juro que nunca me había pasado eso. Me gusta ir sola al cine justo porque te concentras más en la película, pero esta vez no entiendo cómo es que las personas de ambos lados tomaron confianza para hacerme plática. No creas que así fue toda, sólo en momentos. También me he senido como el protagonista muchas veces. De esos momentos en que todo sale mal. Una lluvia de problemas.