Hoy amanecí cansada y asqueada de comodidad. Mi tendencia hedonista me ha llevado a buscar placeres extremos, a explorar sensaciones que me produzcan altas dosis de satisfacción, al momento en que lo deseo (al instante). He buscado toda clase de sabores y sensaciones nuevas. Mi intolerancia ante la frustración al no obtener lo que mi cuerpo y mi mente desean, me ha conducido al exceso –sin medida ni culpa–. He olvidado la palabra sacrificio. Hoy despierto vacía. Los placeres me robarán el alma y la voluntad. No soy sólo una bestia hambrienta.
La fotografía pertenece a Million Dollar Hotel, una de mis películas favoritas. Muy recomendable por su cualidad mágica.
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