16 de enero de 2009

Por siempre tuya

Nicolás pierde el tiempo frente a la computadora. Se distrae, y piensa en su esposa:

Miriam se hace los rayitos y el manicure cada semana, tiene un don extraordinario con esas manos, sazona con experiencia y siempre tiene la mesa lista. Pinta y hace detalles decorativos para regalar o vender. La casa guarda un olor a baño que ofrecen los productos de limpieza que mi reina selecciona con cuidado y por horas; Lima limón, Fiesta floral y Pino del bosque son sus aromas preferidos. A falta de sexo, se complace a diario de pequeños placeres como el de rebanar lentamente una pera o admirar el burbujeo del aceite hirviendo. La freidora de papas, el cortador cuadriculado de frutas, el teflón de la sartén, las tijeras para la carne y el pollo o la batidora de claras de huevo le han robado el alma a mi mujer.

3 comentarios:

Indigente Iletrado dijo...

¿Quién diría que la rutina tiene un abrazo tan amargo?

Anónimo dijo...

Que alma la de usted. Jamas llegaras a caer en la rutina.

Georgina Espinosa Gaubeca dijo...

Hagamos de la rutina una elección.