Construí una isla muy bella donde los peces se convertían en cabras, brincaban como ballenas y emprendían el vuelo por la selva. Hace unos meses, el poder de la autodestrucción alcanzó hasta el último rincón del paraíso, edificó una ciudad a la mitad de la isla para abrir puertas y ventanas a nuevos habitantes, donde en un principio sólo vivían dos. Murallas imaginarias, laberintos y, finalmente, el completo hundimiento de la isla en un mar de tristeza. Cada noche, insiste en salir a flote, algunos caballitos de mar se escabullen del agua, se elevan en burbujas y merodean frente a nuestros ojos.
Ya no quiero habitar tu isla para llenarla de aves y peces.
-Música vibra neuronas: Sufjan Stevens
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