17 de julio de 2016

Crítica: «Big Eyes», una blanda entrega de Tim Burton


“Big Eyes” (2014) es la última película de Tim Burton. Es una comedia dramática basada en una historia real cuya rareza sedujo al ojo excéntrico de Tim Burton para ser llevada al cine. En esta ocasión, Burton deja a un lado los elementos fantásticos,  y mágicos que tanto nos gustan y que caracterizan su cine, para entregar un filme un poco más realista, aunque exagerado, pero que conserva ciertos rasgos propios de su estilo. Este filme se asemeja a “Ed Wood”, aquella película, también basada en un personaje real, con la que retrató al “peor cineasta de la historia de Hollywood”. Sin embargo, “Big Eyes” es un blando retrato que no alcanza la encantadora profundidad de “Ed Wood”.

Tim Burton es un autor de culto cuyo mundo imaginativo ya es bien conocido por todos. A pesar de ello, “Big Eyes” (2014) pasó por la cartelera un tanto inadvertida. A decir verdad, su público no esperaba con las mismas ansias de siempre la llegada de este filme. Se habla de un “estancamiento artístico”, el cual coincide con su divorcio. “Big Eyes” no será de sus mejores trabajos, lo cierto es que sus filmes son todos diferentes entre sí, van de la animación al drama, del musical al realismo, de lo siniestro a lo pintoresco, y suele ser normal que algunos filmes sean mejores que otros. Su repertorio incluye películas emblemáticas como “Edward Scissorhands” (1990) y “Big Fish” (2003), las cuales son difíciles de superar hasta para su propio autor.

La historia de “Big Eyes” presenta el terrible caso de Walter Keane, un hombre que se hizo pasar por artista. Usurpó el talento y la obra de su propia esposa, Margaret, quien fue la verdadera pintora de los trabajos de arte con los que Walter se hizo famoso. Aparecía en galerías, en periódicos y en actividades sociales como el genuino autor de las obras. Mientras tanto, su esposa pintaba en casa, aislada del mundo y sumisa a las necesidades de su esposo. El gusto de Burton por el terror y lo siniestro aparece en la perversa situación de Margaret, quien acepta ceder su identidad por miedo. “Big Eyes” es el retrato de una mujer que sufre en silencio el dolor de tener que conceder su arte a un hombre que sólo tiene interés en la fama y en el dinero. Margaret es una mujer en estado vulnerable, es divorciada y madre soltera dentro de una sociedad muy dura para la mujer, como lo fue la de los años 50 y 60 en Estados Unidos. La progresiva alienación y transgresión de Margaret es lo que genera tensión en la narración, por lo que el momento en el que ella debe revelarse y decir la verdad es muy ansiado por el espectador, aunque un tanto predecible.

A pesar del tono cómico del filme, Burton aborda temas relacionados con el engranaje del arte, los cuales siempre han sido socialmente muy discutibles, como la delgada línea entre el arte genuino y verdadero y el ímpetu en crear fortuna con él. Presenta también la compleja industria del arte que se nutre de galerías, críticos, museos, expositores, compradores, medios de comunicación, curadores y coleccionistas.

En “Big Eyes” se percibe un cine totalmente norteamericano con escenas judiciales en la corte y con el glamour de la prensa y de las lujosas fiestas americanas de los años 60.

Aparecen algunas constantes propias del cine de Burton, como la habitual música de Danny Elfman, las casitas en tonos pastel que nos remiten al barrio de “Edward Scissorhands”, y la fantástica escena del supermercado en la que las personas se muestran con los ojos descomunalmente enormes. Son esas imágenes extrañas las que hacen falta en esta película. A decir verdad, “Big Eyes” es un tanto floja, pues la historia real de este matrimonio se antoja más en un formato documental.




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