El prolífico cineasta corano, Kim Ki-duk, regresa con la que hasta ahora es la cinta más polémica de su repertorio: “Moebius” (2013). Ésta fue censurada en Corea, por lo que el realizador tuvo que cortar algunas escenas, aún así, el filme no deja de ser violento, y aborda temas difíciles de asimilar como el incesto, la castración, la violación, el adulterio, la sexualidad angustiante y la mutilación, entre otros, con claras referencias freudianas. La película forma parte de la 58 Muestra Internacional de Cine.
En 2012, su largometraje “Piedad” ganó el León de Oro en el
Festival Internacional de Cine de Venecia, y ahora el director vuelve con una
pieza con la que se atreve a materializar los tabúes sociales y las
perversiones humanas.
Kim Ki-duk ingresó en el ejército naval, posteriormente
quiso ser sacerdote católico y estudiar pintura. Lo conocemos por “Las
estaciones de la vida” (2003), relato sobre la formación espiritual de un niño
que se hace hombre, y también por “Hierro 3” (2004), una muy poética y sublime
historia de amor. En su cine hay temas recurrentes como el sometimiento, la
culpa, la redención y la pérdida de inocencia, que se asoman también en “Moebius”.
La cinta inicia con una patética pelea a golpes entre el
padre (Jae-hyeon Jo) y la madre (Eun-woo Lee), mientas que el hijo adolescente
(Young-ju Seo) los observa luchar en el piso. La madre está incontrolable
porque su marido le es infiel con otra mujer. Esa misma noche, incluso el hijo
observa a su padre y a su amante tener sexo dentro del coche. Kim Ki-duk
presenta al adulterio y a la infidelidad como situaciones muy penadas en una
sociedad que funciona con base en las instituciones matrimoniales monógamas a
las que Ki-duk expone como formas de castración.
La madre, loca de rabia, decide cortarle el pene a su
pareja, pero al no lograrlo, se lo mutila a su propio hijo. Es aquí donde surge
la clara exposición freudiana: “el complejo de castración” bien descrito por el
psicoanálisis. Este concepto que impera en todas las sociedades y que ha sido
propio de mitologías antiguas es tomado por Kim Ki- duk, quien lo materializa
en esta cinta, sin miedo a mostrar la siniestra locura de una madre que se come
el miembro de su hijo.
Posteriormente el adolescente se vuelve víctima de burlas
por no tener pene, lo cual nos remite al discurso falocéntrico en el que el
poder del hombre está depositado en el miembro viril. Recordamos innumerables
estudios de género en donde se le acusa al hombre de superioridad frente a la
mujer, pero ¿qué ocurre cuando al hombre le falta el pene? Ki-duk lleva esta
idea al extremo, por lo que presenta una cruenta escena de violación y
sometimiento de una mujer, donde también participa el joven sin pene, y con lo
que nos preguntamos si es el miembro masculino lo que otorga la fuerza para
violar a una mujer. Kim sugiere que el órgano masculino es símbolo de poder y
autoridad en la sociedad, y se atreve a mostrar las consecuencias de perderlo.
Más adelante el padre se mutila voluntariamente el pene,
como una forma de conmiseración con su hijo, o bien, un sacrificio que hace por
él. ¿Todo padre estaría dispuesto a cortar su propio órgano sexual para
brindárselo a su hijo? Simbólicamente se refiere al “Complejo edípico” de
Freud, que se desarrolla por completo más adelante.
La madre regresa arrepentida, aunque todavía fuera de sí, y
descubre que su hijo ha recuperado el pene que le fue donado por su padre,
entonces comienza a desearlo y a seducirlo: Kim Ki-duk aborda el tema del
incesto y del deseo sexual del hijo a la madre y de la madre al hijo. Aquí
florece claramente el complejo de Edipo, donde padre e hijo luchan por la
madre. Es así que Kim Ki-duk se atreve a mhacer tangibles en imágenes las
perversiones y los miedos humanos más profundos.
“Moebius” también explora una sexualidad angustiante, donde
los hombres que han perdido el miembro encuentran placer sexual a través del
dolor; pues lastiman su piel para experimentar placer. El pene es sustituido
por un cuchillo, también en forma de falo, con el que una vez enterrado en la
espalda ocasiona tanto dolor como placer; ambos complementarios. El erotismo en
“Moebius” es muy perturbador.
Esta escenificación violenta de las más grandes perversiones
es más bien una carga simbólica con la que Kim reflexiona sobre el hombre, y
con la que realiza una confrontación muy cruda sobre su naturaleza. Esta fábula
moral es también una meditación sobre la decadencia de la sociedad
contemporánea, en la que las familias se castran unas a otras. Así, “Moebius”
expone las desviaciones y represiones sexuales, así como la sexualidad atada a
la mirada del otro, con sus culpas, castigos e imposiciones consecuentes.
“Moebius” es transgresora y provocadora, pero también muy
inverosímil e improbable. Este carácter de ficción es lo que permite
materializar los impulsos pasionales y los instintos de los personajes, como si
la infidelidad fuera razón suficiente para cortarle el miembro a la pareja. Es
decir, es exagerada y sumamente desproporcionada, por lo que cae en la comedia.
Kim explora la interesante delgada línea entre la comedia y el violento drama.
El público se ríe ante la fatalidad de dos hombres que pelean en la calle por
un pene; se ríe de lo siniestro y enfermizo que le resulta, pero también de su
poca probabilidad de ocurrir en la realidad. Bien dijo Kim Ki-duk en su filme
“Hierro 3”, que “es difícil saber si el mundo en que vivimos es sueño o
realidad.”
La cinematografía es “descuidada”; los movimientos de cámara
son abruptos y erráticos, es decir, no se perciben intenciones deliberadamente
estéticas, sino que el acento del filme se encuentra en la sórdida narración
que, por cierto, transcurre sin un solo diálogo.
Esta película no podrá serle indiferente al espectador, pues
la cinta es estremecedora. Escandaliza, pero también explora la naturaleza
humana, pues son estas circunstancias las que describimos como “enfermizas” las
que desenmascaran la parte siniestra que habita en todo hombre.
Kim Ki-duk se permite realizar sublimes filmes de amor,
íntimos retratos de la transformación espiritual humana, pero también violentas
expediciones por las perversiones humanas, sin miedo a que la carga de comedia e
irrealidad reste peso a la crítica y a lo simbólico.
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