3 de abril de 2010

¿Recibiste mi invitación?


Hay algas de colores, aves, conchas miniatura, peces voladores, lagartijas chiquitas, mariposas de papel, florecitas blancas y gatos cazadores. Ya te he enviado fotografías de acá, de mi Jardín Ideal, para que vengas a conocerlo y a nadar de extremo a no extremo.

Las estaciones cambian de manera espontánea y el clima es impredecible -con tendencia calurosa-. Trae poco equipaje.

Todavía hay trenes.

PD Estoy segura que no me equivoqué de dirección postal.

Saludos cordiales.

Puerta

Hoy abrí A salto de mata (Paul Auster, 1997) para encontrar una respuesta inmediata a una pregunta de la que no hay solución en los libros y, a decir verdad, tampoco en el exterior. Lo cierto es que todo indica que esta novela es una puerta en sí misma.

Esto fue lo que encontré al azar:

"Pero no hay nada que diga que debes abrir la puerta.
¿Y si la abro de todos modos?
Entonces, sólo habrás abierto la puerta.
Para entrar en una habitación vacía. O si no, para descubrir que ahí es donde vive uno.
O si no, es simplemente una puerta, que se abre en el camino. La abres, cruzas el umbral y descubres que no hay habitación. Sólo más camino, que se extiende ante ti. De manera que sigues andando, poniendo un pie delante de otro, continuando tu camino.
Hasta que encuentres otra puerta.
O un muro sin puerta.
O un hoyo en el suelo.
O un hueco en el cielo."

Aún así quiero abrir la pequeña puerta, como Alicia, aunque sospecho que ya estoy dentro y no sé cuánto tiempo llevo aquí. Tal vez la cuestión no es abrir y entrar, sino abrir y salir.

-Foto: Nikos Economopoulos, 1988