Hoy recordé El diccionario
de penas oscuras (The Dictionary of Obscure Sorrows):
The
Dictionary of Obscure Sorrows is a compendium of invented words written by John Koenig. Each
original definition aims to fill a hole in the language—to give a name to
emotions we all might experience but don’t yet have a word for.
¡Una belleza! Y lo recordé cuando me
preguntaron cómo me sentía sobre mudarme de departamento. Me pareció extraño
que a mi mente sólo llegaran unas cuantas palabras comunes:
esperanza, tristeza, nostalgia, incertidumbre, emoción… etc. Es muy raro que
cuando deseo expresar cómo me siento, recurro a “feliz” y a “triste”. No sólo
polarizo y formo binomios, sino que caigo en expresiones gastadas y seguras
como: “todo cambio es para bien” “ya necesitaba un cambio”. A lo que voy es: el lenguaje jamás alcanza, el lenguaje no es
suficiente para describir lo que REALMENTE siento. Trato de “bajarlo” a una
palabra para poder comunicarlo a los demás, simplemente es un código, pero uno muy limitado, pues sé que mis emociones se
contradicen y van de la desesperanza a la alegría, de la euforia al miedo, de
la resignación a la ilusión…
No me he ido lejos, en
realidad estoy a 2 kilómetros y medio de mi ex casa, sin embargo siento como si hubiera
transcurrido un siglo entre cuadra y cuadra. Dejo años de vida en ese
departamento. Historias, muchas. Me siento muy muy
extraña. Dejo un hogar por un departamento que todavía no se siente como un
hogar, sino como un hotel. Habrá que poner empeño en convertirlo en mi hogar y
en iniciar nuevas experiencias. No mejores ni peores, porque no existe tal
cosa, sólo nuevas experiencias. Creo que lo natural es el cambio y hoy me sentí
en resistencia. No quise dejar mi ex casa hasta el último minuto, me aferraba a
barrerlo y a limpiarlo para “entregarlo limpio” pero en realidad me resistía a
salir de ahí, incluso ya no había dónde sentarse.
Es absurdo aferrarse a la inmovilidad,
si hay algo seguro es el cambio, el cual ocurre a pesar de nuestra voluntad y
de nuestra necedad de no querer verlo. Pero ahí está, encontrándose con
nosotros en cada espejo, en cada grieta, en cada forma de deterioro.
El gato se puso muy nervioso
en el camino, gritó, lloró, tenía miedo. Yo tenía el mismo miedo, pensé, y supe que era
instintivo, es el miedo a la incertidumbre y a dejar la zona de confort; a dejar un terreno conocido: yo podía nombrar a cada vecino, a los tapiceros, a los de la
miscelánea, a la señora del café de la esquina, a Don Javier el borracho y a tantos más... podía relatar sus historias, cuántos hijos tenían, si habían enviudado o no, a qué se dedicaban, etc.
Ahora que me encuentro fuera
de una zona que llegué a conocer bien, me pongo a pensar qué dejo allá y qué perdura sin importar el espacio.
Yo siempre he pensado que
los lugares nos definen, hablan de quiénes somos. No me gustan los lugares comunes,
los mismos muebles de las mismas tiendas, los colores de moda y las sillas de
camellón, no, yo quiero expresar-me. Cuando
vivía con mis papás siempre tuve libertad para transformar mi espacio, pinté mi
cama de rojo, a pesar de ciertas burlas, luego dibujé sobre las paredes hasta dejarlas completamente
llenas de frases, poemas, dibujos, murales, ilustraciones, no había espacios
blancos… Cuando salí de esa casa volví a hacer que mi nueva recámara fuera mía. Y ahora que llego a un espacio
vacío, volveré a hacerlo propio, no importa el tiempo que me tome. Además, no es por nada pero me encanta mi nueva casa!!!!
Espacio y tiempo NO están
separados, por ello hay una ruptura extraña en los traslados.
Como bien
sabemos, el espacio y el tiempo no son sólo geográficos, tangibles y
cronológicos, son experiencias interiores, por ello la mudanza no es un simple
movimiento de A a B, es un movimiento interior.
Los
lugares no guardan fidelidad con sus correspondientes espacios geográficos
reales; son imágenes de la memoria trastocados por el interior. El pasado, los
acontecimientos vividos y los lugares transitados permanecen en la memoria en
forma de imágenes reconstruidas. En los mecanismos de
la memoria caben las imágenes reales y las imágenes “imaginadas” o creadas a
partir de fracciones de realidad, ficción y sueños. Es así que la imaginación,
la realidad, la ficción, la fantasía, la magia, el tiempo y el espacio están
unidos, van todos juntos dentro de nosotros.
Los
lugares se transforman en ideas y en sensaciones. En registros. Son no-lugares
que se construyen a partir de mapas difusos interiores, subjetivos, evocados y
soñados. Son imágenes de la memoria trastocados por el interior. Por qué creen que hay una extrañeza al
regresar como adultos a los espacios de la niñez. El patio de la escuela se nos
hacía inmenso, pero crecemos y notamos que no lo era. Los espacios se vuelven
imágenes de la memoria y ahí se conservan a la medida de nuestros recuerdos.
Y siempre siempre siempre son conferidos de una carga emocional. No es una calle: es la calle en la que cortaste con tu novio, es la banqueta de tu primer beso, es el lugar en el que recibiste cierta noticia, es la esquina en la que te encontraste por primera vez con alguien. Los lugares son mapas internos.
Y siempre siempre siempre son conferidos de una carga emocional. No es una calle: es la calle en la que cortaste con tu novio, es la banqueta de tu primer beso, es el lugar en el que recibiste cierta noticia, es la esquina en la que te encontraste por primera vez con alguien. Los lugares son mapas internos.
Una mudanza,
como mal dicen, no es para mí “una vida nueva”, es un "descontexto" es una
ruptura, es una oportunidad para construir nuevos caminos, nuevos apegos y
desapegos. Es la desesperanza y la ilusión. Es desamparo y vitalidad. Es la
sensación de que algo está ocurriendo y de no saber cuál es la magnitud. Es
despedirse de algo y de alguien. Me gusta el vértigo de lo nuevo pero mi alma
tiene grabada cada pared que yo he habitado.
Siempre
encontramos camino de regreso a la zona de confort, basta encontrar señal,
conectarse a internet y volver a los mismos laberintos virtuales de siempre, la
misma gente, los mismos sitios. ¿Por qué no hacer las cosas de otras formas?
Una mudanza no necesariamente representa algún tipo de madurez o crecimiento, pero
puede llegar a serlo si a partir del cambio se toma vuelo e impulso para lo que
sigue, creo. Claro que de nada sirve moverse de un lado a otro si no se sabe hacia
dónde se quiere caminar y llegar.
Yo me pregunto qué es un hogar... ¿Donde está tu cama? ¿Donde dices que es tu hogar y lo nombras? ¿Donde te rodeas de tus seres queridos? Qué es un hogar, ¿donde duermes? ¿Dónde te encuentras reunido con tu gente?
Yo me pregunto qué es un hogar... ¿Donde está tu cama? ¿Donde dices que es tu hogar y lo nombras? ¿Donde te rodeas de tus seres queridos? Qué es un hogar, ¿donde duermes? ¿Dónde te encuentras reunido con tu gente?
Gracias gracias gracias al apoyo de mi familia.