todo se veía gris y blanco. Estaba sola, sentada en un lago congelado, un iceberg enorme con forma de toro pasaba sobre la mitad de mi cuerpo. Era una escultura de hielo más que una montaña de nieve. No me aplastó porque había lugar para las piernas.
Hoy me bañé con agua hirviendo; tenía los pies paralizados de frío.