8 de febrero de 2010

Cuento

Hace un mes empecé a tomar un taller de cuento en el que un escritor ha compartido cómo fueron sus primeras experiencias en editoriales y las dificultades que enfrentó para publicar sus textos. El don nadie (se dice a sí mismo) que llegó sudoroso de Monterrey y posicionó su nombre como una marca que compite en el mercado de los apellidos para publicar en cualquier editorial, presentar libros, escribir discursos por encargo y pasearse como celebridad en las Ferias Internacionales del Libro; también está habilitado para ofrecer cursos, dentro de los cuales revela algunos consejos ‘prácticos’ para escribir cuentos, cada vez que abandona los datos autobiográficos para retomar la ‘teoría’ literaria:

-Tener un inicio fuerte.
-Crear tensión constante.
-No empezar a escribir si no conocemos el final. Saber el final ofrece un impulso constante con el cual el lector detectará que hay rumbo. (No necesariamente)
-Es preferible narrar acciones.
-Para un final sorpresivo, es importante crear indicios a lo largo de la historia.
-Tener la capacidad de manipular emociones ajenas.
-La prosa debe tener un ritmo: combinar frases largas, cortas y medianas.
-Evitar rimas.
-Lenguaje fluido, rapidez de lectura.
-No ser autobiográficos en la creación de historias y personajes. El narrador no es el escritor.
-Es posible escribir de lo que no conoces.
-El cuento tiene que tener una lógica interna.
-Imaginar al personaje, de ser posible encontrarle parecido con algún conocido.
-Crear a un personaje con sueños, objetivos, miedos, memoria, carácter, aspiraciones, sentimientos, pensamientos, obsesiones, psicología.
-El cuento puede surgir de una imagen fija, de un sueño, noticia del periódico, anécdota propia o ajena, de la observación, de un concepto o idea, de un tema.
-No sólo escribir sobre lo visual, crear una atmósfera que incluya a los cinco sentidos.
-Evitar descripciones comunes: “labios rojos”.

Es más complejo que la receta de cocina que aprendimos desde primaria (principio, desarrollo, clímax, bajada, desenlace, final, etc.). Lo cierto es que hoy día tenemos muchas referencias visuales que provienen del cine. He querido escribir una historia, pero ha sido imposible no tomar sus recursos. El tallerista también ha recurrido a películas para explicar conceptos literarios... "Poca gente lee", dice el escritor. ¿Será que el cine es la materialización de la imaginación? Esta mañana tuve la intención de escribir, pero se me cruzó un especial sobre las películas australianas de terror de los años setenta (inspiración para Tarantino) que me dejaron, como diría la descripción común, ‘sin palabras': cubetas con sangre naranja, vampiros, motociclistas, modelos desnudas, degollados, desiertos polvosos (otra vez descripción común), artes marciales, ratones, Patrick en coma brincando de la cama hacia la ventana.

Para mí, escribir es buscar, como el perro de la imagen olfateando rastros-restos.